BIOMAGNETISMO


El potencial hidrógeno, las enfermedades y el biomagnetismo


En 1988, Isaac Goiz Durán, médico mexicano, siguiendo la línea de la Medicina Humanizada e Integrativa y conciente de la necesidad de un nuevo paradigma en la medicina que permita mejorar la satisfacción de los pacientes, descubrió que la aplicación de imanes en determinados puntos del cuerpo humano resultaba de gran ayuda a la hora de diagnosticar y curar diferentes enfermedades.

Todos los médicos sabemos que las personas nos mantenemos saludables cuando existe un equilibrio interno en cada una de las células de nuestros tejidos, a lo que conocemos como homeostasis. Y que además al ser el agua el componente químico mayor de nuestro organismo participa activamente en el equilibrio iónico de las células, es decir en el equilibrio entre las cargas ácidas y alcalinas del cuerpo, que es lo que comúnmente conocemos como potencial hidrógeno (pH).


Los procesos de la vida son cíclicos. Cada forma de vida en esta tierra tiene su propio sistema de autorregulación para mantenerse saludable. Estos procesos no funcionan cuando se alteran los intercambios energéticos y bioquímicos en el cuerpo conduciéndole hacia el inicio y perpetuación de ciertas enfermedades, que de no restaurarse el equilibrio llevan a la muerte.
La excesiva acumulación en nuestro cuerpo de toxinas, de metales, de químicos utilizados en la agricultura y ganadería, en los medicamentos y en las vacunas, de las radiaciones ionizantes, por la exposición a rayos x y rayos gamma o luz ultravioleta y de partículas en suspensión ocultas en el agua o en el aire, que las podemos ingerir al tomar el líquido vital o simplemente respirar, altera el medio interno humano.

En estas condiciones, el pH se vuelve ácido, se acumulan radicales libres. Se inicia así un caldo de cultivo donde pueden proliferar con facilidad microorganismos como bacterias, virus, hongos, parásitos, priones, que producirán junto con las toxinas, las enfermedades.
El cuadro de ellas es de lo más diverso, va desde las diarreas, faringitis, tétanos, tuberculosis, diabetes, artritis, osteoporosis, leucemias, alergias, cánceres, cefaleas, neuralgias, eczemas, hemorroides, obesidad, estreñimiento, una gama de enfermedades arteriales, cerebrales, psíquicas. Las cuales en muchos caso son de difícil solución con métodos convencionales o bien son insuficientes y persistirán como una forma de tormento, de angustia, de preocupaciones y desvelos que la medicina clásica las llama enfermedades crónicas y que acortarán la vida.
En el ciclo de oxigeno, los seres humanos inspiramos oxígeno y exhalamos anhídrido carbónico (co2), éste es tomado por las plantas y vegetales para ser devuelto como oxígeno, en un intercambio recíproco de gases que se ve amenazado por la tala indiscriminada de los bosques y la contaminación ambiental.

El pH normal del cuerpo es 7 (neutro), con una variación normal de +- 0.44 (6.56 a 7.44). Los valores que bajan de 7 a 0 son ácidos y los que van de 7 a 14 son alcalinos. Es decir que 6.56 es ácido y 7.44 es alcalino.
Las células del organismo humano respiran oxigeno en presencia de un pH alcalino de 7.4 .
Los pH ácidos indican la fermentación de la sangre y el cuerpo, expresan la disminución del consumo de oxígeno por parte de las células y revelan un estado de sufrimiento interno al deteriorarse el sistema inmunológico con la consiguiente aparición de las enfermedades.
En situaciones extremas, algunas células de nuestro cuerpo dejan de respirar oxígeno y comienzan a respirar anhídrido carbónico, han mutado, se han transformado en vegetales y han activado en su interior a los oncogenes cancerígenos que controlan su crecimiento celular mitótico, el cual se pierde. Al mismo tiempo la muerte de otras células aumenta la condición ácida y acelera el crecimiento y desarrollo de los cánceres.
Es una cascada de acontecimientos de diferentes dimensiones y profundidades cuánticas. Todas son tóxicas, energéticas o físicas inicialmente y bioquímicas posteriormente y disminuyen al ser precipitándole hacia la muerte.

Actualmente, las medicinas apuntan a tratar de mejorar o curar la enfermedad, muy pocas como el biomagnetismo se inclinan a prevenir o curar las dolencias al concentrase en un fenómeno físico tan elemental como es la normalización del potencial hidrógeno de los tejidos que conforman los órganos humanos.
Sin embargo, si bien el biomagnetismo es preventivo y curativo, nunca tenemos que dejar de lado los hábitos de una vida saludable, que son los únicos que facilitan la homeostasis, tan necesaria para la salud.
La acidificación de la sangre y del medio extracelular va avanzando con el devenir de los años, se acelera con la ingesta de azúcar refinada que aumenta los estados fermentativos ácidos, también con las carnes que producen putrefacción intestinal y con los lácteos que generan reacciones autoinmunes a largo plazo.
Los vegetales y las dietas vegetarianas contribuyen a mantener la alcalinidad de la sangre, favoreciendo un buen equilibrio físico y mental.
El consumo de colas, gaseosas, jugos envasados, cafés, aguas aromáticas, endulzados con azúcar refinada, bajan el pH a unos 6.56 ácido. Por lo que para recuperar el pH normal de 7.4 será necesario consumir contenidos alcalinos. Dicho de otra manera 300 ml de cola o gaseosa es tan acidificante que para recuperar la neutralidad del pH es necesario consumir 32 vasos de agua o sustancias alcalinas.

Para concluir el Dr. Goiz aclara mediante su cartografia magnética de cuerpo humano: “Lo que yo encontré fue un código de enfermedad”. Es decir cada patología arroja un campo magnético propio con sus polos “norte” y “sur”, llamados pares biomagnéticos, que el médico especializado puede indagar al constatar el insólito fenómeno de acortamiento o elongación de todo el hemicuerpo derecho en los casos de desequilibrio del Ph, que a su vez esta manifestando que en esos puntos de la cartografía humana se encuentra la información correspondiente a los microorganismos patógenos. Información que desaparece al impactarse con los imanes y restaurarse la neutralidad del pH.

Finalmente el biomagnetismo médico nos demuestra que con simples e inofensivos imanes se puede conseguir cambios físicos y bioquímicos profundos y provechosos para la salud. “No es necesario que el paciente se desvista, no inyectamos ni sacamos nada, simplemente equilibramos el pH del organismo donde Dios y la naturaleza señalan” concluye Goiz.


“En la simplicidad del sistema biomagnético esta la grandiosidad del mismo”

“En el mundo de los “mercados” la medicina no patenta nada que no les permita ganar dinero”

Dr. Isaac Goiz
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